Crista Clarividente

martes, 5 de febrero de 2013

Esta prosimo el día de San Valentín, y muchas flores se regalarán como muestra de afecto a miles, y miles de personas amadas. La Rosa roja es la reina de esta celebración. Una flor evidentemente hermosa, cuyo diseño me hace pensar que puede considerarse como el corazón mismo de la naturaleza; dispuesta a culminar deshojada en el piso por un beso, un fuerte suspiro y unos cuentos minutos de gloria. Buenas relaciones públicas se ha hecho la Rosa a lo largo de los siglos, logrando pertenecer al jet-set de las flores comerciales más apetecidas en el mundo entero. 

Actualmente, y con distribución mundial, existen una enorme variedad de cultivares de rosas (más de 30.000, según Jardín Actual, Revista Digital de Jardinería) a partir de diversas hibridaciones, y cada año aparecen nuevos cultivares.

Pero no es al Corazón de la Naturaleza al que quiero dedicar este artículo, sino a una planta ornamental de jardinería más sencilla. Una especie sumamente adaptable, rústica y de fácil cultivo… como el amor, en otras palabras. 

Tal vez mañana no sea la flor más vendida y regalada, pero seguramente los estará vigilando desde sus jardines y parques; queriendo reclamar en una mirada casual, ese lugar de fama que le arrebató el rosal hace miles y miles de años. 


El Agapanto o Flor del Amor es una planta perenne, con raíces tuberosas. Raíces carnosas que producen colonias de individuos. Hojas lineares, de unos treinta centímetros de longitud y de color verde intenso. Durante todo el año aporta un follaje de gran valor ornamental. Flores de un espectacular azul intenso, o blancas; reunidas en umbelas de 20-30 flores. Suele tardar 2 ó 3 años en florecer, pero después lo hace todos los años.

Y si lo pensamos bien, la vida de esta planta es como una relación amorosa. Mírenlo así, queridos lectores: una raíz tuberosa es un tipo de órgano subterráneo de acumulación de nutrientes tal como los rizomas, cormos, bulbos y tubérculos. La diferencia esencial con todos ellos es que éstos son tallos modificados, mientras que la raíz tuberosa, como su nombre lo indica, es una raíz engrosada adaptada para la función de almacenamiento de reservas; algo que es sumamente necesario en una relación de pareja, desde el punto de vista del misterio. Porque si nada queda por descubrir, nada alimenta la relación. 

Además, esta flor no tiene espinas. Cosa que si presume la Rosa. Pero siendo honestos, si el amor fuera como el Rosal, uno saldría corriendo con tan sólo contar los aguijones. Pero no es así, el amor es muy astuto como para ahuyentar la presa con la mirada, de hecho su arma letal se basa en ella, en primera instancia. 

Pero el tallo del Agapanto no sólo se ve inofensivo al carecer el dolor connotativo que sí tiene la Rosa. La Flor del Amor no florece tan fácilmente a menos que sea cuidada los primeros 2 ó 3 años de ser sembrada. En este momento señor Lector, sería bueno que saque la cuenta de sus aniversarios y los coteje con la calidad de la relación. Si no siente una fragancia particular… puede que haya llegado la hora de polinizar otros territorios.

El nombre Agapanto (o Agapanthus) deriva del griego Agape, amor, y Anthos, flor. De allí, se supone, deriva su nombre Flor del Amor. Su otro nombre, Lirio Africano, denota su procedencia. Sudáfrica, de la Provincia del Cabo y más exactamente del Cabo de Buena Esperanza.

Sin embargo, yo la conocí como Flor de la Virgen, que es como la llama mi abuela, en el Sur de Colombia, ya que las primeras flores abrían para el 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción de María. Anunciando el inicio de las vacaciones de invierno. Es una planta resistente, que crece fantástico a sol pleno o a media sombra, es decir, como el amor en su estado más puro.




Las variedades del Agapanto son fáciles de hibridizar, especialmente con variedades que crecen unas al lado de otras. En los Jardines Botánicos de Kirstenbosch, Ciudad del Cabo, hay una interesante colección de especies silvestres nativas puras, además de las utilizadas en los jardines, mayormente de la variedad A. Praecox.

El Agapanto es considerado tanto como una planta medicinal con poderes mágicos, como también la planta de la fertilidad y el embarazo. Una entrevista con el historiador Gabriel Fernández de la Universidad de la República en Uruguay, reveló que las mujeres de la tribu Xhosa (grupo étnico sudafricano), utilizan las raíces para hacer una medicina prenatal, y con ellas también hacen collares que usan como amuleto para traer al mundo bebés sanos y fuertes. Los Zulúes, también la misma región, usan el Agapanto para tratar enfermedades del corazón, parálisis, tos, resfríos, dolores de pecho y contracturas. También, junto con otras plantas, las utilizan durante el embarazo para asegurar el nacimiento de niños sanos, o para inducir el parto. Además es usada como amuleto para el amor y por las personas que sienten miedo a las tormentas, ya que las protege de los truenos.

Margaret Roberts, fundadora del Margaret Roberts Herbal Center, en Sudáfrica, aconseja a los caminantes a poner hojas en sus calzados para aliviar los pies cansados, envolviéndolos por media hora. Sus hojas de forma alargada se utilizan como vendaje y se dice que atándolas alrededor de las muñecas ayudan a bajar la fiebre. El Agapanto contiene variedad de saponinos y sapogeninos que generalmente tienen efecto antiinflamatorio, antitusivo e inmunorregulador. Sin embargo, el consumo del agapanto es tóxico para los seres humanos. Se lo sospecha de producir envenenamiento hemolítico y ulceraciones en la boca debido al alto contenido de saponíferos.

Sea cual sea el uso que le piensen dar a esta flor, cuyo nombre hace alusión a uno de los sentimientos más adictivos de la humanidad: el amor; puede ser una opción diferente de regalo para el Día de San Valentín. Alejada del monopolio del rosal, y cercana a la magia escondida de la naturaleza, con todas sus fascinantes historias de hechicería: venenos, creencias y pócimas de amor. 



Sin embargo, la verdadera flor del amor será siempre aquella que identifique a los enamorados, y les recuerde con cada pétalo, tallo y aroma, que una buena relación amorosa consiste en crecer de a dos, sin perder las singularidades. 

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