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Ella dice que el secreto está en nunca irse a dormir disgustados y él lo resume en la constante repetición de dos palabras: "sí, querida".
Ella se llama Florence y él Piercy. Desde el 1º de junio de 1925 llevan el mismo apelllido: Arrowsmith y este miércoles entraron a la historia como la pareja con el matrimonio más duradero.
Ella agrega que el secreto de su éxito matrimonial también se esconde en un vaso de whisky con el almuerzo, una copa de jerez con la comida y no preocuparse por decir "lo siento". Él insiste en que toda la felicidad conyugal de estos 80 años se centra en el "sí, querida"
Estos dos británicos se conocieron en 1922, cuando Florence tenía 17 años y era profesora de Catecismo en la Iglesia de Todos los Santos en Hereford, oeste de Londres. Percy, cinco años mayor, trabajaba como escribano en un bufete de abogados.
Se casaron tres años más tarde en el primer día de junio, que en 1925 fue lunes.
Otro mundo
En ese entonces casi todo era diferente. Una pinta -o medio litro- de cerveza costaba cinco chelines, cerca de un dólar y medio de hoy, y un chocolate costaba más o menos la mitad.
El salario promedio era de unas tres libras de antes, es decir 200 dólares actuales y el litro de leche costaba casi que lo mismo que hoy.
El caso es que ese año la prensa británica hablaba sobre el rey Jorge V y seguía de cerca al ministro de Finanzas, Winston Churchill y al primer ministro, Stanley Baldwin.
Benito Mussolini se convirtía en el jefe absoluto de Italia y Stalin ponía a León Trotsky bajo arresto domiciliario.
Antes de que finalizara el año nacieron el gigante del blues BB King, la futura primera ministra Margaret Thatcher y el actor Paul Newman, y al año siguiente un ícono del siglo, Marylin Monroe.
Pero Florence y Percy no sabían nada de eso. Se casaron y ya. Hoy discuten sólo cuando ella quiere ver telenovelas pero ninguno de los dos se va a la cama enojado con el otro.
Así han tenido tres hijos, seis nietos y nueve bisnietos, y hoy festejan con ellos todo ese tiempo juntos, que Florence, de 100 años, atribuye al hecho de que cada noche se dan un beso antes de dormir, y Percy, de 105, al uso frecuente de aquellas dos palabras: "Yes, dear".
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