Crista Clarividente

domingo, 23 de diciembre de 2012

EL ALMA DEL MUNDO




El Alma del Mundo no es tan sólo un concepto filosófico o psicológico. Es una sustancia espiritual dentro, y alrededor, nuestro. Del mismo modo que el alma individual abarca todo nuestro ser, nuestro cuerpo, pensamientos y sentimientos, es la naturaleza del Alma del Mundo estar presente en todas las cosas. Ella impregna toda la creación, y es un principio unificador en el mundo. El médico-alquimista Thomas Brown vió el, “Espíritu Universal de la Naturaleza, el anima mundi, o Alma del Mundo, responsable por todos los los fenómenos y aquello que une a toda la vida.

Y Marsilio Ficino veía al Alma del Mundo floreciendo en todas partes:

El alma es la totalidad de todas las cosas juntas... Y como es el centro de todas las cosas, tiene las fuerzas de todo. Por lo tanto circula dentro y entre todas las cosas. Y como es la conexión verdadera de todas las cosas, va de una a la otra sin dejar las demás...por lo tanto, podría ser con total derecho llamada el centro de la naturaleza, el término medio de todas las cosas, la apariencia exterior de todo, el vínculo y unión de todo el universo.

El alma del mundo impregna toda la creación como la sal se disuelve en el agua. El mundo físico es el plano más denso, y dentro y sosteniéndolo está la realidad del alma, la cual contiene la Inteligencia Superior que es el principio de creatividad y de orden de la vida.

La inteligencia de Dios está en todas las cosas. Es la chispa luminosa en la materia, la luz dentro del ser humano. Cuando nos aislamos de nuestra alma, nos negamos acceso consciente a esta luz, a su inteligencia y guía. Entonces, nuestra vida pierde sentido y propósito, “ una sombra caminante...que no significa nada.” Sin un objetivo real, nuestra vida es tan sólo existencia física. Cuando nos reconectamos con nuestra alma, la magia y el significado de la vida reviven tanto en nosotros como a nuestro alrededor.

Nuestra verdadera ofrenda a la vida es mantenernos conscientes de su propósito. Cuando estamos conscientes de su objetivo, la luz del alma brilla en nuestro diario vivir, y su secreto oculto dentro del mundo, vuelve a la vida. Además, la luz que está en nuestro interior está también en todas las cosas, “es el centro de todo.” Cuando dicha luz se aviva dentro nuestro, revive en la totalidad de la creación, revelándole su verdadero objetivo. En la actualidad, nuestra cultura colectiva ve la vida básicamente desde una perspectiva materialista, adoramos al dios del cosumismo, haciendo del comprar el objetivo central de nuestra vida. Nos estamos encarcelando dentro de la materia. Hemos olvidado el significado simbólico y sagrado del mundo exterior. Alienados de nuestra alma, hemos privado a la creación de su significado más profundo. Y como hemos negado al mundo su divinidad, lentamente está muriendo.

El verdadero trabajo alquímico es liberar a la creación de su cárcel, despertar la vida a su significado. Tenemos que liberar la luz que está en nosotros y en el mundo. Una imagen transcendente de Dios sólo nos dará acceso a la luz trascendental. Nosotros necesitamos la luz oculta en la materia, el oro que se oculta en el plomo. Cuando esta luz resurge en la vida, puede cambiar las pautas de la creación y desarrollar las formas del futuro que devolverán la armonía a la vida. De este modo, puede manifestar su naturaleza unificadora.

Los alquimistas comprendieron la naturaleza de esta luz:
Es el progenitor de cada trabajo milagroso en el mundo entero.....
Su poder es perfecto cuando se transforma en tierra.

Trabajando en el mundo, esta fuerza es la luz y el poder de Dios manifestado. La luz que está en nuestra psique es la luz del anima mundi. En las profundidad de nosotros mismos, descubrimos esta unidad esencial. Este es el mismo conocimiento al que llega el yogui cuando experimenta conscientemente que su verdadera naturaleza y alma imperecedera (atman) es el Alma Universal (Atman). Lo que está dentro nuestro está en todas las cosas. Una vez que comprendemos esta verdad, damos un paso fuera de los parámetros de nuestro ser individual, y venimos a darnos cuenta del poder que yace dentro nuestro. Este cambio de conciencia es un avance muy simple que tiene profundas consecuencias.
Llewellyn Vaughan-Lee
 

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