Crista Clarividente

domingo, 9 de octubre de 2011

MITOLOGIAS Y LEYENDAS DE ARGENTINA


leyenda del Punta Negra.   Los hu arpes desarrollaron sus vivencias en la mitad norte del actual territorio de la provincia de Mendoza en Argentina. Algunos de ellos habitaron la orilla del río Tumy, y es allí donde se genera esta leyenda; la leyenda del Punta Negra.

Los hu arpes, aborígenes cazadores, recolectores y, según las circunstancias, agricultores; vivían en el Valle de Uco, a las orillas del río Tunuyán y de los innumerables arroyos que cruzan de oeste a este esas hermosas tierras. Desandaban los días mansamente, sin tener mayores preocupaciones, hasta que, en días aciagos, fueron alcanzados por hordas indígenas prominentes del poniente, del otro lado de la cordillera. Los pueblos fueron entonces arrasados una y otra vez,quemadas las cosechas, sus viviendas, raptadas sus mujeres y niños,muertos sus hombres de trabajo.

Cauén, hijo altivo de un cacique hu arpe, cansado de tanto pillaje,de tanta injusticia, un día formó una tropa y partió rumbo al poniente,a la sierra andina, para buscar la solución al problema que vivía su gente. No encontraron a los bandidos, pero sí sus rastros, encontraron el paso por donde raudamente los mal vivientes ingresaban al Cuyún y escapaban luego de cometer sus fechorías.


Pronta mente decidieron levantar un muro en un punto en que la quebrada se angostaba lo suficiente. Piedra sobre piedra, arcilla y agua, piedras…. Levantaban más piedras, sin descanso, sin resuello,solamente pensando en la seguridad de la tribu que esperaba en el valle que Cauén encontrar la solución a tantos males. El trabajo era harto duro, los guerreros se sentían fatigados e hicieron un alto al llegarlas sombras de la noche.

Cauén, haciendo un extraordinario derroche de esfuerzo, continuó con la labor. No le importaba la oscuridad ni el frío de la nieve cercana. Seguía y seguía, le bastaba para ello el sólo pensar en su gente y en todo lo que aquellos maleantes que llegaban a destrozar sus cosechas por aquél paso le habían hecho. El sol del amanecer mostró con sus rayos un nuevo muro: un cerro, que se apareció a la vista de los guerreros. ¡Es Cauén!. Sí. Su negra cabellera semejaba rematar el cerro. Así lo atestigua ron los hu arpes de la caravana.

Cauén no apreció. Se fue con la luna. Cauén se transformó en el nuevo Cerro que, desde entonces protegió a los hu arpes de los maleantes transcordilleranos. Desde entonces, el Cerro Punta Negra – tal como erala cabellera de Cauén – dominó los altos e impidió pasar las hordas asesinas. 

El nacimiento de las aguas termales de Cacheuta  
 La leyenda de Cacheuta se sitúa en el corredor andino, al oeste de la ciudad de Mendoza, en Argentina, y transcurre en los tiempos de la conquista del Perú. En ese entonces, Francisco Pizarro se había apoderado del Cuzco y apresado al Inca Atahualpa, por el que pedía un fabuloso rescate en oro. La noticia llegó a todos los rincones del imperio y conmovió a sus habitantes. Todos los indios se pusieron atrabajar para conseguir el oro que pedía al conquistador, y aquél pedido que más bien era una orden fue llevado por los chasquis a todas las poblaciones, para que aunaran esfuerzos en salvar la vida del Señor Inca.

En los confines del vasto territorio imperial, hacia el sur,habitaba la nación huarpe en un valle llamado Cuyo, e incluso allí las tribus pusieron su empeño en conseguir el oro para llevarlo a la sede del Imperio. Una tribu, comandada por el cacique Cacheuta, asentada en la pre cordillera andina a orillas del río Mayumpoto se dispuso a subir a lo alto de la sierra para poder extraer todo el mineral posible. Al poco tiempo bajaban las llamas cargadas con el precioso metal.

Luego de reunir toda la riqueza posible, las llamas, cargadas con los sacos henchidos de oro estaban prestas a obedecer las órdenes de la caravana. Después de la invocación religiosa de rigor, se emprendió el viaje por los tortuosos caminos cordillera nos. Fue necesario bordear abismos, vadear arroyos y ríos caudalosos y sortear muchos espacios peligrosos en la cordillera andina.


Cacheuta dirigía a su gente, que iba protegiendo la marcha de los animales y del oro. De pronto, un pájaro negro sobre voló la tropa. A este le siguió otro, y luego otro, hasta que una oscura bandada hizo presagiar el peligro. El cacique quiso apresurar el paso en aras de llegar pronto al valle de Uspallata, donde residía el cacique Coinincha, amigo de la tribu.

Sin embargo, de pronto, un tumulto de polvareda y gritos de guerra se oyó venir desde el fondo de la quebrada. A galope tendido, animales montados por hombres con rayos de muerte se abalanzaron sobre la pacífica caravana de Cacheuta. Este ordenó el adelanta miento de los lanceros para proteger a las llamas y a la preciada carga que transportaban, pero la mayoría cayó muerta antes de que ninguno de los indios pudiera hacer nada, fulminadas por los rayos de fuego que lanzaban los hombres des conocidos. Cacheuta ordenó entonces retirar las llamas a un lugar seguro para proteger el cargamento.

La arremetida de los conquista dores fue feroz, e hizo estragos entre los pacíficos huarpes. Cacheuta, junto a un pequeño grupo a sumando logró retirarse encaramándose en una cornisa que zigzagueaba peligrosamente en un barranco muy profundo. Los españoles cargaron contra ellos, pero una gran nube les impidió la visión y gruesos chorros de agua hirviendo cayeron sobre los soldados montados, quemando a hombres y a bestias, las que se abalanzaron aterradas al abismo del  barranco profundo del río Mayumpoto.

Nunca más se supo del cacique y del cargamento de oro quetransportaban las llamas. Lo que sí puede verse en ciertas noches de luna llena, es la silueta recortada contra el cielo andino, en los cerros, de una veintena de llamas que caminan cargadas, repechando un acuesta rumbo al norte. ¿Serán las llamas con el oro, camino al Cuzco?

Mientras tanto, las aguas calientes siguen manando por siempre de las entrañas de la montaña. Pero ahora lo hacen para curar las heridas de los hombres y restablecer la salud a los enfermos. Este es el origen– según la leyenda – de las aguas termales de Cacheuta. 

La Casa del Pino, leyenda argentina  

 
En Argentina, en la vieja Mendoza achaparrada, provincia ubicada en el centro oeste de Argentina, nació la leyenda de “La casa del Pino”.La Cañada era un lugar al que, mansa y habitual mente, iban a descansar los laguneros venidos de las lagunas de Huanacache, luego del largo transitar trayendo hacia la ciudad los productos de la tierra y el agua que ellos vendían a las familias asentadas en el incipiente caserío.

Los cantos, dichos y contares eran el marco propicio para el descanso luego de la larga jornada y como preludio para que, al día siguiente, comenzara el sempiterno regateo por las frutas, verduras,cestos de totora y los preciados peces que eran traídos desde las lagunas. Un pino enhiesto servía de natural refugio a los indios
huarpes que llegaban desde la tierra de La valle, un distrito colindante.

Hasta a estas tierras llegó la cacería de brujas que se había iniciado con tantas aguas de distancia. Un buen día, una mujer venida hasta esas tierras desde Castilla fue sentenciada a morir colgada de aquel pino por cuanto fue acusada de diabla y bruja. Aún cuentan lo pobladores, que han mantenido la memoria colectiva por medio de sus narraciones orales dictadas por los viejos de las tribus y transmitidas de  generación en generación, que al momento de ser ahorcada, Brunegilda– ese era su nombre – profirió extraños, horrendos y guturales gritos que no sonaban humanos, y juró vengarse aún después de muerta. Así murió, ahogada por el cáñamo mortal de la justicia, pero volvió con más fuerza en sus brujerías.


En las noches oscuras, vestida de intenso blanco se aparecía a quienes transitaban el lugar y los hechizaba con sus conjuros misteriosos y secretos. Enamoraba a los hombres y hacía que se ahogaran en el remanso de las aguas sin que nadie pudiera explicárselo. Sin embargo, rehuía de aparecerse a las mujeres de las tribus que pasaban por aquellas tierras de noche, quizá, por aquella que dicen que toda mujer posee una poderosa hechicera en su interior.

Mientras, con el correr de los años, el verde ramaje del pino fue mostrando poco a poco, entre sus ensombrecidas ramas, la silueta de una hermosa mujer, vestida de blanco. Es la “bruja diosa”, como la llaman los lugareños, y a ella se le ofrendaban las más diversas promesas engrandecimiento por favores recibidos.

Mientras tanto, la casa del pino – así se llamaba a la vivienda que estaba en las cercanías – sigue siendo motivo de misterios, de duendes,de fantasmales figuras que recuerdan a aquella bruja castellana que se atrevió a desafiar la autoridad de entonces
   El mate, la leyenda de su origen 
 
Los guaraníes cuentan que la luna, Yacy, paseaba desde siempre por los cielos nocturnos, observando curiosa los bosques, las lagunas, el río y los esteros desde lo alto. Cada día contemplaba su belleza como una niña que está conociendo el mundo por primera vez.

Sin embargo, a sus oídos fueron llegando los relatos de quienes habían visitado el mundo y que le iban contando de la vida de los animales, de la belleza de las flores, del canto de los grillos, el piar de las aves, del sonido del río… y la luna fue tornándose cada vez más curiosa y con deseos de visitar la tierra.

Así que un día se decidió y, junto con Araí, la nube, fue a pedirle autorización a Kuaray, el Sol, para que las dejase bajar un día a la tierra para así poder contemplar de cerca las bellezas del mundo. El dios Sol se mostró reacio a dejarlas partir, pero por fin cedió y las dejó marchar. Sólo les impuso una condición: en la tierra serían vulnerables a los peligros de la selva como cualquier humano, aunque también serían invisibles para estos.

Luego las dejó partir.


Fue así como la luna, Yacy, llegó un día a la tierra. Y junto con Araí fueron visitando los lugares que veían desde las alturas,maravillándose a cada paso. Observaron de cerca como las arañas tejían sus redes, sintieron el frío del agua del río, tocaron la tierra roja con sus manos.

Tan absortas en su mundo estaban ambas diosas que no se percata ronde la acechanza de un yaguareté que las seguía de cerca. El felino estaba hambriento y quería comer, por lo que en un momento largo el zarpazo para atrapar a las mujeres.

En el momento justo cuando estaba por alcanzarlas, el animal fue alcanzado por una flecha lanzada por un joven cazador guaraní, que justo pasaba por el lugar, y que sin saberlo, salvó la vida de las diosas.
El joven cansado por la búsqueda, pero feliz por su conquista,decidió descansar al pie de un árbol, antes de regresar a la tribu. Y entonces se durmió.

Y en sus sueños fue visitado por las diosas que, vestidas de blanco, le hablaron con cariño. Yacy le dijo que como símbolo de gratitud, cuando llegue a su tribu, encontrará un arbusto a la entrada que nunca antes había visto. Le dijo como hacer con sus hojas para preparar una infusión que uniría a las personas de todas las tribus,como símbolo de hermandad y de confraternidad.

Cuando se despertó y volvió con su gente, el joven cazador vio el arbusto a la entrada del campamento y siguiendo las instrucciones que la diosa le dio en sueños, el muchacho buscó una calabaza hueca, picó las hojas del arbusto, las puso dentro y llenó el cuenco con agua.Luego, con una pequeña caña tomó la bebida.

Inmediata mente compartió la infusión con la gente de la tribu que observaban curiosos es trabajo del cazador. La calabaza fue pasando de mano en mano, y todos fueron tomando la infusión.

Así nació el mate, que une a las personas, que es un símbolo de paz y confraternidad. Y que fue un regalo de la luna a los hombres para que compartan vivencias, para que fomenten su amistad, o para que disfruten un silencio compartido.



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