Dejé de hacer promesas,
que solo el tiempo sabe si cumpliría.
Dejé de decir tener nuevos propósitos,
para que nunca se convirtieran en mentiras.
Dejé de pedir siempre algo a cambio,
para que quien me sorprenda sea la vida.
Lo dejé todo en manos del universo,
y así es como me vacié de expectativas.
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