Crista Clarividente

domingo, 21 de octubre de 2012

Los Regalos de Eykis de Wayne Dyer






Los Regalos de Eykis de Wayne Dyer
Ante todo, tenéis que aprender a cultivar vuestro jardín. He observado que la mayor parte de vuestros problemas, de vuestras dificultades, de vuestros sufrimientos y actitudes autodestructivas nacen de que ignoráis esa necesidad.
Cultivar vuestro jardín significa que, como individuos que sois,
debéis centraros primeramente en el único terreno sobre el cual
disfru
táis de absoluto dominio, es decir, vosotros mismos.
Después, cuando hayáis puesto en orden vuestra vida, podréis
ayudar a quienes necesiten y pidan vuestro auxilio. Vuestra
realidad os impide ser distintos de lo que sois; sin embargo,
parecéis mirar críticamente los jardines ajenos. Ya que todos
gozáis de libre albedrío y podéis cultivar lo que os acomode, no
tiene sentido que os preocupéis por lo que cultivan otros, a no ser que estorben el derecho del prójimo a la autodeterminación.
Si vuestros vecinos prefieren las judías verdes a vuestras calabazas, aceptadlo así. Si vuestros hijos deciden abonar y vosotros preferís la rotación de cultivos, dejadles que lo hagan así. Si vuestro cónyuge desea plantar flores y dejar vivir las malas hierbas, y vosotros preferís unas pulcras hileras de hortalizas de colores diferentes, así es como debéis disponer vuestros respectivos jardines. Si arregláis bien vuestro propio jardín, cultivando lo que prefiráis, con métodos que os interesen, estaréis tan ocupados viviendo y actuando que no os quedará tiempo para criticar los jardines del vecino. Tendréis
tiempo de admirar y aceptar lo que otros han creado, y de ayudar a quienes os lo pidan, o de ayudar en la tarea de que nadie cultive cosas que perjudiquen de algún modo el derecho de los demás a cultivar sus propios jardines. El atender al propio jardín significa aceptar a los demás como perfectos, no desear cambiar ni corregir a quienes se ama, y dedicar la propia energía vital a ser una persona tan feliz, realizada y moral como sea posible. Dado que vuestra realidad os prohíbe entrar en los jardines ajenos, ¿por qué no adaptar vuestro pensamiento a tal realidad, olvidar cuánto os disgusta lo que hacen algunos con sus jardines? El que a uno le agraden o no las actividades y formas de vida del prójimo es algo que sólo le acarreará disgustos y le creará problemas en sus relaciones. Además, debéis poner en orden vuestra propia vida antes de poder ayudar a otros o de aplicaros a mejorar vuestro mundo. Si todos los humanos recordasen este pequeño secreto, pronto quedaría eliminada la infelicidad en casi todas sus formas.

Este es un extracto del libro Los Regalos de Eykis de Wayne Dye

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