No quisiera dejar de verla; la luna se asoma traviesa entre las nubes. Sale por instantes, me sonríe y vuelve a ocultarse. No huyas, sólo quiero besarte, decirte un par de cosas para que después las susurres en su oido, con tu tenue y delicado brillo; mando a través de tí mis bendiciones para la gente que quiero, ahora pensando en él que está lejos de aquí.
Hay una complicidad divertida entre ese cuerpo que corre libre por la bóveda celeste y yo, me hace sonreir, una canica blanca suspendida en la nada, creada hace mucho tiempo atrás, puede conectarme con corazones distantes.
Buenas noches niño mío.
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