En el camino pensaba sobre sus inquietudes más importantes, cuando encontró a un viejo con rostro triste y apesadumbrado, sentado bajo un árbol.
-¿Qué te sucede? –preguntó el sabio- te veo preocupado.
-Sufro, sufro mucho y no encuentro final a mis angustias. Llevo sesenta años de sacrificios y oraciones, en espera de ser liberado de los tormentos de mi mente y no se cuando podré descansar –contestó.
-Mira, tengo una cita con quien conoce los secretos de la vida y si quieres le puedo preguntar acerca de cuanto te falta para terminar con tus malestares –le dijo el sabio.
-¡Hazlo por favor! Te lo suplico y trae buenas noticias acerca del día en que dejaré de sufrir –suplicó el anciano.
El sabio continuó su viaje. En el camino, se encontró a un joven que era lo opuesto al que dejó atrás, bailaba lleno de alegría entre risas y cantos. Al ver los contrastes, le ofreció al joven el mismo servicio y le dijo lo siguiente:
-Oye, escúchame, voy a una entrevista con Dios ¿Deseas que le pregunte algo sobre tu destino?
El joven lo miró extrañado y sin contestar, siguió extasiado en su baile.
Poco después, entre luces de muchos colores, el sabio habló con Dios, aprendió muchas cosas y escuchó las respuestas a las preguntas sobre el anciano y el joven.
Mas tarde fue en busca del viejo y le dijo:
-El mensaje de Dios para ti es que todavía te faltan treinta años de oración y penitencias para ser liberado.El hombre desesperado se enfureció, sin poder contener su rabia, arrojó al suelo los libros sagrados y comenzó a gritar:
-¡Esto no es justo! ¿Por qué me exige tanto?
El mensajero sin saber que decirle, se retiró y fue en busca del joven, quien seguía metido en su danza y en su alegría. Se paró frente a él y con cierta timidez le dijo:
-Oye, se que no preguntaste nada, pero lo hice por ti. Dios dice que has de nacer miles de veces más y tendrás tantas vidas como hojas hay sobre este árbol bajo el cual estás bailando… ¿Qué te parece?
El joven observó al sabio y con entusiasmo le dijo:
-Gracias, y por favor cuando vuelvas a ver a Dios dile dos cosas: primero, agradécele de mi parte todo lo que he vivido; y segundo, que los años que me faltan por vivir sean como estos.
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