Crista Clarividente

domingo, 29 de mayo de 2011

La astrología








La astrología es un conjunto de creencias que pretende conocer y predecir el destino de las personas, y con ese conocimiento pronosticar los sucesos futuros. Supone el llegar a ese conocimiento mediante la observación de la posición y el movimiento de los astros.

Las personas que practican la astrología sostienen que las posiciones de éstos ejercen influencia o tienen correlación con los rasgos de la personalidad de la gente, los sucesos importantes de sus vidas, e incluso sus características físicas.
En la antigüedad, la astrología concurría con la astronomía (estudio científico de los cielos), pero a medida que la humanidad ha avanzado en conocimiento y ha entendido mejor la propia realidad, la astrología ha quedado relegada (al igual que la alquimia) como una reminiscencia, como lo sería el Oráculo de Delfos o la adoración a los dioses egipcios.

El empleo de esta disciplina en el mundo actual, con la pretensión de ser conocimiento válido, la vuelve una pseudociencia.

Según la astrología occidental, el destino de cada ser humano se vería afectado en gran medida por el influjo de la posición de los astros, en el momento y lugar de su nacimiento, a partir de los cuales se obtiene su carta astral. El movimiento de los astros marcaría la suerte de individuos, e incluso de grupos, países, negocios, etc.La posición relativa del Sol respecto de las constelaciones del zodíaco en el momento del nacimiento de una persona determina su signo astrológico.
Las constelaciones son grupos de pocas estrellas que el hombre ha dado nombre y forma para poder ubicarse en el cielo y aparentan estar fijas en el cielo. La eclíptica, que es el plano por el que se traslada la Tierra respecto al Sol, es especialmente importante para la astrología. Allí están las doce constelaciones de las «estrellas fijas». Los tamaños y formas de las constelaciones han sido fijadas por convención, siendo de tamaños muy variados. Según esta convención se aceptan 88 constelaciones claramente delimitadas usando el sistema de coordenadas estelares. A diferencia de lo que se piensa habitualmente, la astrología no se reduce a la definición psicológica de los nativos de los signos zodiacales. Muestra por el contrario una compleja estructura de la que forman parte las posiciones de todos los planetas, junto con el Sol y la Luna, según la visión aparente que tenemos de ellos desde la Tierra. Desde aquí los vemos en línea con algún signo zodiacal, y el astrólogo entiende entonces por ejemplo que “la Luna está en Piscis”, o que “tu Mercurio está en Leo”...

Cada uno de los planetas corresponde a un arquetipo que se relaciona con el signo en el que está emplazado, fusionándose las carácterísticas de ambos. Lo mencionado se relaciona con lo que en astrología recibe el nombre de carta astral. Pero la formación de ésta tiene en cuenta por otra parte, los ángulos que forman los planetas con la Tierra en un momento dado, unos respecto de otros, y que reciben el nombre de spectos. Por último, la carta astral tiene su estructura en las Casas, que corresponden a la división de la superficie de nuestro planeta en doce secciones, las doce Casas. La marca astrológica que da paso en el gráfico astral a la primera casa, es bien conocida por su nombre, el Ascendente.

Se trata del signo que asciende por el horizonte en la fecha y hora de nuestro nacimiento.
La astrología no es una disciplina científica, ni hace uso del método científico. La crisis religiosa y la contraposición de algunas personas contra la ciencia durante los siglos XIX y XX han logrado mantener la cifra de adeptos en esta creencia, cuya historia se prolonga desde antiguo y aún permanece vigente. En este sentido, religiones como la católica son muy críticas con la astrología y condenan su práctica o incluso su creencia. Esto se debe a que existen muchas personas mediamente religiosas (a veces no muy practicantes), que suelen creer a la vez tanto en su religión como en la astrología. El auge de movimientos como la teosofía o la New Age, vino a cubrir el hueco que dejaron los rosacruces y otros grupos de índole esotérica.
 

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