Aja, hemos llegado a la pregunta del millón. Si yo tuviera una receta para contestar esa pregunta, haría un programa de TV donde le respondería esa duda a una sola persona y tendría miles de millones de televidentes como audiencia. Es posible que la pregunta básica que todo ser humano debe contestarse a si mismo cuando entra en la edad adulta sea tan difícil de contestar? Acaso los seres humanos no sabemos lo que queremos? Tal vez sea posible que no tengamos ni la más remota idea de lo que queremos, en muchos casos sino en casi todos?
Si, es posible.
Quizás sea una analogía de lo que decía El Principito de Saint Exupery: Lo esencial es invisible a los ojos. Diríamos, La Pregunta que Parece más Obvia es la más Difícil de Responder. No en vano proliferan los psicólogos y psicoanalistas que escudriñan nuestra alma en busca justamente de esa respuesta.
Pero si bien no hay una receta que nos diga qué mecanismo usar para saberlo, podemos dar algunas pistas. La primera es diferenciar querer de desear. Las cosas que yo quiero tener no siempre son las que deseo y viceversa. Querer tener algo es quererlo, simplemente, por que mi mente quiere que yo lo posea. Desearlo es un sentimiento menos mental, y que se vive más con el cuerpo, con los sentidos. Yo en este momento deseo un helado de chocolate, pero no quiero para mi futuro un helado de chocolate, no se si se entiende la diferencia. Queremos con la mente, deseamos con todo el cuerpo, el alma y el corazón. La Ciencia de Volverse Rico es una actitud mental, es querer mas que desear. Y lo que quiero para mi futuro, lo que quiero poseer, tener, disfrutar, ser, es algo que tengo que visualizarlo en mi mente, no mezclarlo con sensaciones o sentimientos. La Ciencia es mental, por que la mente crea, el corazón o el deseo no crean.
Lo segundo es la profunda introspección. No hay otro camino. Yo decía en un post de hace unos días que no todo el mundo quiere ni está verdaderamente preparado para ser rico, con todos los problemas que ello puede acarrear. Ahí es el punto donde debemos ser absolutamente sinceros con nosotros mismos. En el caso más generalizado de los lectores de este blog, coincidirán conmigo que cuando uno llega a cierta edad adulta, es difícil saber que es lo que realmente se quiere. Esto es así por que se ha vivido mucho, se han visto muchas cosas, se ha comprobado que la vida es algo tan complejo y completo, que uno no sabe realmente con qué parte de la vida quedarse, donde poner el acento.
Es por eso que la sinceridad con uno mismo es fundamental. Nadie como tú va a saber qué es lo que realmente deseas, pero nadie como tú te engañará tan fácilmente. Es un camino de doble vía. Y debemos ser sinceros con nosotros mismos, con quién sino?
Y la tercer pista es más “cruenta”, por darle un adjetivo: es pensar en nuestra historia personal. Los caminos que hemos tomado y abandonado, el lugar de donde venimos, nuestras frustraciones de pequeño, lo que alguna vez quisimos ser y no nos animamos o no nos dejaron ser, las frustraciones de nuestros padres que pesan aún sobre nosotros. En definitiva, la historia de nuestra propia vida. Esa historia está en la raíz de lo que somos, por tanto sacar o interpretar nuestros objetivos a partir de nuestra historia misma, no podría nunca ser algo ajeno a nosotros. Y quizás ahí encontremos lo que realmente queremos hacia adelante, hacia el futuro. Mirarnos pero en la historia, en nuestra historia, contarla como una película y sacar de ahí lo que nos falta, la dirección que buscamos, el futuro que anhelamos pero sin saberlo.
Es obvio mencionar que esto es simplemente un indicio de camino, cada uno debe tomar lo mejor que vea y seguirlo. En el futuro, allá lejos pero muy cerca, está lo que deseamos. Wattles lo sabía, y así lo escribió.
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